¿Cómo se convirtió Honduras en la “república bananera” por excelencia?
“Es algo glorioso”, dijo Cronin, mitad en broma, “eso de ser capaz de botar un gobierno y remplazarlo por uno de la propia elección, en estos tiempos”.
“Oh, es nada más una cuestión de negocios”, dijo Vincenti, mientras paraba y le ofrecía la colilla de su cigarro a un mono que se columpiaba en un limonero; “y es lo que mueve al mundo hoy. El real extra en el precio de los bananos era inaceptable. Así que tomamos el camino más fácil para eliminarlo”.
El diálogo pertenece a “Repollos y Reyes”, una novela del escritor estadounidense William Sydney Porter -mejor conocido por el pseudónimo de O. Henry- publicada originalmente en 1904.
Y el gobierno al que se refieren es el de Anchuria, un país imaginario que páginas atrás ha sido descrito como una república bananera.
¿Cuál es el origen del despectivo término “república bananera”?
El término se sigue usando hoy para describir a un país pobre, inestable, corrupto y poco democrático que se mueve al vaivén de los intereses extranjeros.
Pero en las primeras décadas del siglo XX la expresión se utilizaba fundamentalmente como una forma peyorativa para referirse a algunas naciones latinoamericanas y en particular a las de esa Centroamérica en la que O. Henry ubicó a Anchuria.
Y la etiqueta aún persigue al país en el que el escritor vivió entre julio de 1896 y enero de 1897 y que se asume le sirvió como modelo: Honduras.
“El término república bananera también es la expresión de un paradigma todavía dominante en nosotros los hondureños”, le dice a BBC Mundo Ismael Moreno, del Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación (ERIC) de la Compañía de Jesús en Honduras.
“Y tiene una connotación de desprecio hacia nosotros mismos. Porque detrás está esta concepción de que somos un país despreciado, que no valemos y que podemos ser utilizados para cualquier cosa”, explica el director de ERIC.
¿Pero qué tanta culpa de esto tienen los relatos de O. Henry, que también fueron publicados por entregas en la prensa estadounidense poco antes de la aparición de la novela en cuestión?
Obra profética
“La gente recuerda ‘Repollos y reyes’ como una fuente de estereotipos sobre Honduras y sobre Centroamérica en general”, dice Jason Colby, profesor de historia de la universidad canadiense de Victoria.
“Y ciertamente hay algo de eso”, reconoce el autor de “El imperio como negocio: United Fruit, raza y la expansión estadounidense en Centroamérica”.
Pero, para Colby, el de O. Henry es también un libro “extraordinariamente profético” en su crítica del comportamiento estadounidense en la región y del potencial para que negocios e intereses extranjeros interfirieran de forma negativa en la vida de Centroamérica.
Profético también es el adjetivo que utiliza para describir la obra Marcelo Bucheli, un profesor de la escuela de negocios de la universidad de Illinois en Urbana-Champaign, quien también ha investigado el rol de la United Fruit Company en la región.
Efectivamente, cuando O. Henry llega a Trujillo, huyendo de la justicia de EE.UU., que lo acusaba de haber malversado fondos del banco para el que trabajaba, las economías de Honduras y América Central se están orientando cada vez más hacia la producción bananera.
Pero, a finales del siglo XIX, lo que hay a lo largo de la costa centroamericana son muchas pequeñas compañías que compiten entre sí y le compran la mayoría de sus bananos a productores locales.
Y, como explica Bucheli, es ya en el siglo XX que la producción bananera recibe un impulso decisivo en la región “gracias a las operaciones de las grandes bananeras norteamericanas, particularmente la United Fruit Company”.
La United Fruit -fundamental para la popularización del concepto de “república bananera”- es de hecho fundada en 1899, cuando O. Henry está de regreso de Honduras cumpliendo el primero de sus tres años de cárcel en EE.UU.
Y, en pocos años la empresa logra hacer que el banano deje de ser un fruto exótico, que pocos pueden permitirse, a ser tan accesible que se convierte en la fruta más consumida por los estadounidenses, incluso por delante de las manzanas.
Pronto Estados Unidos se embarcará también en la construcción del Canal de Panamá, lo que ayuda a la popularización del término acuñado por O. Henry.
Historia de injerencia
“Los estadounidenses están interesados en la región centroamericana como nunca antes, quieren leer sobre ella, y he aquí que hay un retrato al cual pueden recurrir en ese momento formativo de la expansión imperial estadounidense en la región y el surgimiento de las primeras grandes multinacionales”, explica Colby.
Aunque, como destaca el historiador, el sentido de la expresión también va cambiando con el paso del tiempo.
“Me parece que, en general, cuando la gente utilizaba ‘república bananera’ en los años 20 y 30, era de forma peyorativa hacia Centroamérica”, explica Colby.
“Mientras que para los 60 y 70 el término ya también lleva implícita una crítica a la política estadounidense en la región, la denuncia implícita de que el poder estadounidense y las compañías estadounidenses son las que han convertido a países como Honduras en repúblicas bananeras”, le dice a BBC Mundo.
Efectivamente, ya para entonces las bananeras, con United Fruit a la cabeza, han interferido numerosas veces, y de forma más que evidente, en la política interna de Centroamérica.
El caso más conocido es, sin duda, el derrocamiento del presidente guatemalteco Jacobo Arbenz en 1954, en un golpe de Estado organizado por la CIA luego de que su gobierno nacionalizara más de 80.000 hectáreas de tierras ociosas propiedad de la United Fruit Company.
“Está comprobado que United Fruit contrató una empresa de publicidad en Washington para crear una reputación de Guatemala como una especie de cabeza de playa del comunismo internacional”, afirma Bucheli.
“Y ya antes, en los años 1930, United casi armó una guerra entre Honduras y Guatemala por competir contra otra empresa norteamericana, la Cuyamel Fruit Company”, le recuerda a BBC Mundo el profesor de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign.
Mientras que Colby destaca el período entre 1900 y 1930, “especialmente entre 1908 y 1912, cuando empresarios bananeros afincados en Nueva Orleans acostumbraban enviar a Honduras expediciones de mercenarios para tratar de derrocar al gobierno de turno y colocar a su propia gente en el poder”.
De hecho, como señala Colby, una de las particularidades de Honduras es que siempre fue un espacio de competencia entre compañías bananeras extranjeras, “mientras que Costa Rica y Guatemala eran claramente controladas por la United Fruit, que tenía un virtual monopolio”.
“Eso ayuda a entender por qué Honduras sufrió de tanta inestabilidad política en ese período y se convirtió en la república bananera por antonomasia”, le dice el historiador a BBC Mundo.
Las nuevas “bananeras”
A la imagen también contribuyó que mientras que Costa Rica, Guatemala y en menor medida Nicaragua lograron desarrollar otros sectores de su economía, en particular la producción cafetalera, Honduras siguió dependiendo casi exclusivamente de la producción bananera durante mucho tiempo.
“En algún momento las exportaciones de bananos eran como el 89% de todas las exportaciones de Honduras, era una locura”, destaca Bucheli.
De hecho, según Ismael Moreno, todavía hay hondureños que se enorgullecen de que el país sea calificado como una república bananera porque creen que eso remite al momento en que Honduras era el mayor exportador de bananos del mundo.
Y, muy probablemente, porque también desconocen la novela de O. Henry.
“La novela es desconocida, inmensamente desconocida. En los colegios no se estudia”, le dice el sacerdote jesuita a BBC Mundo.
“Y, en cierto sentido, lo de república bananera ya solamente queda en el imaginario: las plantaciones de banano son completamente mínimas y los bananos se transformaron en palma africana”, agrega Moreno.
“Aunque habiendo nacido hace un siglo, el término de república bananera se va reeditando”, asegura el director de ERIC.
Como ejemplo, Moreno ofrece el control de las políticas de seguridad por parte del gobierno de EE.UU. así como la aprobación de las llamadas “ciudades modelos”, zonas de desarrollo que buscan atraer inversionistas extranjeros prometiéndoles autonomía judicial y administrativa.
“Se reedita incluso con el turismo, que pone al servicio casi exclusivo del extranjero las playas y todos los otros bienes que hay en Honduras. Y también se reedita en los nuevos políticos, que siguen esperando qué va a decir EE.UU. o incluso Europa”, agrega el jesuita.
“Y se reedita porque, creo yo, se introyectó en nosotros una conciencia de que por nuestra cuenta no salimos adelante”, le dice a BBC Mundo.
“Y eso plantea el enorme desafío de rehacer la identidad nacional”, concluye.